SAN ISIDRO PITUCO Decir que la pituquería responde a una ideología tal vez pueda resultar exagerado, pero no se puede negar que los pitucos tienen en San Isidro al núcleo duro de la pituquería limeña - Francisco Ugarteche
SAN ISIDRO PITUCO
Francisco Ugarteche Domínguez
Decir que la pituquería responde a una ideología tal vez pueda resultar exagerado, pero no se puede negar que los pitucos tienen en San Isidro al núcleo duro de la pituquería limeña. Todas las personas tenemos derecho a profesar y seguir la ideología que queramos, pero el asunto se convierte en problema cuando afecta los derechos de los demás.
La televisión acaba de mostrar imágenes de la violencia con la que trabajadores de esa municipalidad agreden a un grupo de mujeres dedicadas a la venta ambulatoria de desayunos. Son madres de familia y jóvenes seguramente desempleadas, que buscan ganar unos soles atendiendo la necesidad de numerosos trabajadores que llegan a laborar a ese distrito, pero no pueden ni asomarse a los restaurantes que les brindan el mismo servicio a precios para ellos inalcanzables.
Entonces son estas mujeres, provistas de bolsones fabricados con plásticos reciclados, las que ofertan pan con embutidos, huevo frito o tortilla de verduras y pequeñas botellas, también recicladas, con leche, café, avena, quinua o emoliente. El desayuno de los pobres. El alcalde no soporta ver a estas vendedoras ambulantes y ordena a sus tropas erradicarlas, en un trajinar diario que ofrece el lamentable espectáculo público de la discriminación. Y es que los trabajadores municipales, allí donde nació el serenazgo, donde se supone están los más experimentados de todos los policías municipales, agarran a palazo limpio, patadas y puñetes a estas mujeres que poco o nada pueden hacer por defender su mercadería.
Lo último que registró el celular de un peatón fue un grupo de municipales asestando una brutal golpiza a un motociclista que se atrevió a salir en defensa de las señoras. Lo patearon en el suelo y no lo mataron gracias a la intervención de un policía que evitó que el asunto se desborde. Y esto no llamaría a preocupación si es que no nos enteramos casualmente que el mismo día, el poder judicial ordenaba a ese municipio el pago de más de medio millón de soles de indemnización a los padres de un joven vendedor ambulante asesinado en similares circunstancias, en el mismo lugar, hace diez años. Entonces comprendemos que esto no es nada nuevo. Esto de maltratar a los ambulantes viene ocurriendo todos los días en el Perú del Siglo XXI.
En San Isidro funcionaba desde hace 40 años el Club Departamental Tacna, que como decenas de instituciones similares, departamentales, provinciales y distritales, reúne a coterráneos con propósitos sociales y culturales.
Pero como a San Isidro le incomodan los provincianos dispuso la clausura, argumentando que no tienen licencia. No tienen licencia que el mismo municipio no les quiere renovar.
Pero en San Isidro si funcionan numerosos clubs nocturnos, bares y cantinas. En San Isidro existen numerosas discotecas en cuyas puertas se cometen asesinatos. Pero eso no les incomoda.
En San Isidro funcionan burdeles clandestinos que no requieren licencia pero parece no incomodar a los alcaldes abanderados de la ideología pituca.
San Isidro tiene derecho a cualquier ideología, pero no tiene derecho a discriminar. No tiene derecho a maltratar y asesinar a gente pobre que vende desayunos ni a negarle a los tacneños su derecho a reunirse para reiterar su amor a un Perú que parece no quererlos.
Amigas y Amigo: Por favor, ver el adjunto. David Marqakuyki, wauqicha
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