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ESPIRITUALIDAD Y COMUNICACIÓN

TRIBUTO A FRANCISCO ANTONIO DE ZELA

 

 LA CASA DE ZELA

 Por Federico Barreto

Todo en mi Tacna el patriotismo halaga.
En esta casa, en ya remoto día
nació la libertad. Aquí vivía
don Antonio de Zela y Arizaga.

Por esta puerta el ínclito guerrero
salió a luchar con el león hispano.
Le veo en el dintel, espada en mano.
Entre nuestros patricios fue el primero.

Adalid inmortal. Torna a la vida.
Vuelve a tu Patria desde lo infinito.
Tu sagrada misión no está cumplida.

Es necesario que de nuevo vibres.
Lanza otra vez tu inolvidable grito:
“¡Tacneños, llegó la hora....somos libres!”

LEY Nº 29543   Primer grito de Libertad   Zela y Tacna   Discurso    Fragmentos de la Historia
http://www.unjbg.edu.pe/zela/

Publicamos, por vez primera, vía internet, uno de los primeros artículos que se ha escrito en Tacna sobre el precursor Francisco Antonio de Zela y Arizaga, a finales del siglo XIX, en el periodo de chilenización pacífica.    No hemos modificado su contenido, y proseguimos con la tarea de difundir la vida y obra del precursor criollo, radicado en Tacna:

FRANCISCO ANTONIO DE ZELA

Los héroes tienen por patria el corazón de la humanidad.  Nada significa que la cuna de don Francisco Antonio de Zela y Arizaga no hubiera sido arrullada por las cadencias del Caplina, ni mecida por las brisas del Tacora.  Descendiente de ilustre familia española, dotada de inteligencia altamente despejada y de espíritu levantado, amaba la libertad con delirio y en esto fundó su gloria. Pero, ¿quién, por grande que sea podrá llegar a la cúspide de la apoteosis si no se encuentra rodeado de las circunstancias que han de inmortalizarlo?
¿Quién, por capaz que sea de subir, intentará probarlo, si no tiene escala o pendiente por dónde hacerlo?
La escala de César fue el poderío de Roma.
La pendiente de Atila fue la necesidad de dominio que se desarrolló en su raza.
El camino de Napoleón fue la revolución francesa.
Zela necesitaba, pues, de momentos oportunos y de un teatro en donde pudiera poner en práctica las aspiraciones de su genio.
Radicado en nuestro pueblo por los vínculos del matrimonio y la aureola del prestigio que proporciona la honradez, gozaba, como balanzario fiscal, de grandes distinciones pero habiendo colocado su diestra sobre el corazón de la patria, no pudo contar sus latidos por el número de lágrimas y quejas; y ensordecido por el ruido que producían las cadenas que la aherrojaban, midió la inmensidad del peligro y resolvió sacrificarse por ella.
Desde ese momento comenzó su obra.
Alma robusta, grande en las tempestades, conservó bastante tranquilidad para esperar el peligro; bien penetrado de que para ceñir la palma símbolo de la victoria, era necesario llevar antes la corona del martirio.
Considerada a la razón, nuestra raza, como una raza aborrecida, como una raza maldecida del cielo y de la tierra, los hijos del Perú eran el objeto principal del comercio extranjero, y los que arrastraban las cadenas de la servidumbre, condenados a perecer lejos del hogar y de la familia llevando sobre sus espaldas las huellas del látigo de sus vencedores no tenían más garantías que las afrentas que dispensan el despotismo y el oprobio.
Tal orden de cosas no debía subsistir por mucho tiempo, toda vez que era un atentado contra la augusta civilización proclamada por el siglo XIX.
Ya desde el estrecho de Magallanes hasta el istmo de Panamá, y desde las humildes márgenes del Caplina hasta la desembocadura del Amazonas, el fuego de la revolución americana ardía subterránea y violenta y los emisarios de la libertad recorrían por todas partes sublevando las provincias, en perfecta armonía con el dicho de Murillo: “La tea que dejo encendida no se apagará jamás”.
La hora marcada por el eterno en el cuadrante de los siglos estaba, pues próxima a sonar, y la libertad, sol de amor, esperanza de los pueblos oprimidos, debía pasear sus rayos de gloria sobre el mundo de Colón.
El veinte de junio de 1811, en los mismos instantes en que las tropas del patriota Castelli eran derrotadas en Huaqui por el ejército del general Goyoneche, Zela en Tacna, lanza, el primer grito de independencia y depuestas las autoridades civiles y políticas de España, la luz de un nuevo día iluminó el horizonte y la aurora de la libertad del Perú despuntó refulgente sobre el cielo de nuestra patria.
Allí, en esa acción, las tropas revolucionarias no se cebaron con horror en los vencidos, allí cada soldado no vengó las mil víctimas de su familia, allí no se lavó el oprobio de la servidumbre en la sangre de los opresores; allí no se escuchó el acento pavoroso de la muerte ni el grito salvaje de la venganza; allí no hubo más himno que el hosanna de la libertad.
¿Qué importa que una miserable traición hubiera dado muerte a las aspiraciones de tan generoso caudillo?
¿Qué importa que el intrépido Zela haya muerto, proscrito, en el castillo de Chagres, si su nombre ha sido arrebatado por el tiempo para ser esculpido en el templo de la inmortalidad?
Los hombres mueren, las ideas viven.
Los hombres libres renacen bajo la cuchilla de sus opresores y cada víctima es reemplazada por cientos que se preparan al combate.
Los pueblos que luchan por sus preocupaciones, teniendo virtudes, son invencibles; por eso, la iliada de catorce años empezada por Zela no debía terminar sino con el eco del último cañonazo disparado en los campos de Ayacucho.
Tal es, en resumen, la obra de Zela: modesta pero fecunda.
Por eso, para nosotros, Zela es una figura que se destaca brillante en la hermosa constelación de los protomártires de la independencia americana cuya memoria es digna de quedar perpetuada en el bronce, tocándole a Tacna la iniciativa de esa obra, de la misma manera que ningún pueblo puede disputarle el derecho de ser el Esau de la emancipación política de nuestra patria.
Fuente: de un libro inédito

Acróstico
 
 
 
HERMANO FRANCISCO, ¿ESTÁS LIBRE YA?
 
Frente a oprobiosa
Realidad, te alzaste
Amigo, precursor
Nuestro. Esperabas el triunfo, mas
Castelli en Huaqui cayó.
I tú, Francisco Antonio, reavivaste al
Sur, con fuego libertario, con
Criollos, mestizos y tacneños.
Olas de infortunio, noticias
Abrumadoras. Es junio veinte, noche
Nocturna; los rebeldes toman Tacna…
Tacna estremecida, parten emisarios:
Ordenes van, informes regresan.
No olvidamos el año: mil ochocientos once.
I tú, Francisco Antonio
Osaste enfrentarte al
Déspota español.
Era la época colonial, Francisco Antonio de
Zela nació el veinticuatro de julio,
En el año de mil setecientos sesenta y ocho.
Lima ha sido tu cuna; tus padres: María de Arizaga,
Alberto de Zela.
Ya joven, viniste a Tacna. Con María Natividad Siles de
Antequera te uniste: nueve
Robustos hijos tacneños tuviste. Contra la
Injusticia te alzaste, e injustamente te castigaron.   
Zela, mi amigo, te condenaron a prisión,
Allá en Chagres, en Panamá. Verdugos: la libertad
Ganada está, ella alumbra al
Amor. Hermano Francisco, ¿libre estás ya?
Tacna, abril 28 del 2011
(Marqués de Viñani, Tacna)
 
EL PRECURSOR 
 
Por Enrique López Albújar
 
 En la casona augusta, mansión gloriosa ayer

del más glorioso prócer que esta tierra del sur,

-cuna de altos varones- viera retar, audaz,

al indomable y engreído león español;

cuando un rugido suyo hacía todavía

a medio continente americano temblar,

una lozana legión estudiantil

ha dejado, gentil,

sobre la pétrea y gris fachada,

cual una O de admirativa exclamación,

una votiva corona de laurel,

impregnada del perfume de su corazón.      

 

La agónica lividez de una tarde,

prematuramente invernal,

se ha fundido, medio humillada,

en el crisol crepuscular,

y la noche, siempre tras de las puestas

de sol, ha, diligente, comenzado

a tender su palpitante red de guiños

luminosos sobre la inmensidad.      

 

Un silencio, que no es de pavidez,

sino de histórica dramaticidad,

flota en el ambiente de la casona augusta

que la legión estudiantil acaba de condecorar.

En el fondo de una imponente sala,

que es aula, altar, historia

y lo que más le habla a la imaginación,

del pasado y a Tacna, de su gloria,

se yergue, erecta y firme, la enfática figura

de un hombre, que no es un hombre de hoy.

Está envuelta en un halo de extraña claridad,

de una diafanidad celeste y pura,

que no es fulgor de luna ni de sol,

sino ese frío y misterioso brillo

que irradia el halo de toda santidad.       

 

 

De entre el azul de su casaca,

flordelisada en negro y oro,

y en la que un rojo detonante

trazó sobre la V de las solapas

dos pinceladas zigzagueantes,

surge una faz serena y blanca,

como obstinada en inquirir,

entre los dos interrogantes

de sus rubias patillas,

lo que escondido tiene el porvenir.    

  

 Tras el prúsico añil de sus pupilas,

escrutadoras más que penetrantes,

a las que unas frondosas cejas circunflejas

les dan acento de resolución,

se ve la llama que fundió las rejas

de la servidumbre y que le diera pábulo

al espíritu de la rebelión.

Tiene al cinto una espada,

con la que presta fe de su hidalguía,

y a sus pies una cadena destrozada:

la de la sierpe de la tiranía.

Francia, viéndose así, le tomaría,

sin desdoro, por uno de sus hijos:

Sieyes, Saint Juste, Carnot,

o cualquiera de los corifeos

que devoró la saturniana revolución.      

 

Y España, aquella España,

madre de toda hazaña,

exclamaría, con noble orgullo maternal:

“Conozco a este hombre; lo hice un día,

después de aquilatar bien su valía,

mi balanzario de una Caja Real,

y si en sus venas hubo sangre mía

y no la dio por mí, la dio por eso

que él persiguió y amó: un ideal.

Si en una hora de osadía

olvidó que fue fruto de mi seno,

no lo repudio ni condeno.

Ley es que el hijo, cuando fuerte,

se dé a sí mismo su destino

y por él luche hasta la muerte.

Así lo hice yo en toda hora y todo tiempo

y yendo siempre sola en mi camino”.      

 

 Pero este hombre no es un español ni un francés,

ni un jacobino, ni un conquistador;

es más que eso, mucho más: es

de la peruana libertad un precursor.

Es Zela, el hombre que a la voz que Castelli

lanzara, entre rugidos de humana tempestad,

desde el Alto Perú,

le respondiera, resuelto, con un grito inmortal;

grito reinvindicante, grito de plenitud,

en el que estaban condensados

todos los ayes arrancados,

durante tres centurias de horror y esclavitud.    

  

 Es Zela, el hombre que esos ayes recogió

y que al sentirse por ellos conmovido

la divina locura de los libertadores

de pueblos le poseyó;

esa locura que hace de todo poseído

un destructor demonio o un constructor dios;

que hace sentir del poseso la angustia,

del rebelde, la febril inquietud

y del mártir, un ansia de befa y crucifixión.

Por esa ansia, esa angustia y esa fiebre,

pudo en sus cuatro días de rebelión

hacer, como Jesús, de sí mismo el milagro

de darle a todos los que en él creyeron

el vino fuerte de su voluntad

y la hostia excelsa de su corazón.   

   

Por esa fiebre fue jefe y soldado,

espada y pluma, verbo y acción.

Por eso en esos cuatro días, cuando Tacna

iba tras dél, fervorizada de pasión,

y en Caramolle le aclamaba como a libertador,

tuvo también su Pilatos, su via crucis,

sus caídas y su traidor.

Visite: http://www.reymundohualpa.com/
 
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Bicentenario del grito de libertad del prócer zela en tacna en congreso internacional

Publicado el 07 junio 2011 por Joseantoniobenito

BICENTENARIO DEL GRITO DE LIBERTAD DEL PRÓCER ZELA EN TACNA EN CONGRESO INTERNACIONALBICENTENARIO DEL GRITO DE LIBERTAD DEL PRÓCER ZELA EN TACNA EN CONGRESO INTERNACIONAL

El historiador David A. Brading ha demostrado que es un maestro en los pocos minutos de su enjundiosa conferencia en el Congreso de la República acerca del patriotismo criollo y DEL GRITO DE LIBERTAD DEL PRÓCER ZELA EN TACNA hace 200 años. Si el historiador Mariano F. Paz Soldán comienza su obra acerca de la Independencia del Perú negando los 300 años del virreinato (despotismo, superstición, ignorancia) y estudiando al general San Martín como primer protagonista, sin mencionar ningún precedente, tampoco Zela, Brading reivindicó estos 300 años decisivos en los que se forma el patriotismo criollo con el culto a los santos, el Derecho, el auge de las ciudades, el rol de los religiosos (como los Jesuitas, Juan Pablo Viscardo y Guzmán), españoles americanos (Garcilaso de la Vega, Peralta, B. Salinas, Calancha…) 

Con ocasión de conmemorarse los doscientos años del primer grito de libertad del Prócer Francisco Antonio de Zela y Arizaga, el 20 de junio de 1811 en Tacna, se anuncia la realización del coloquio “Francisco Antonio de Zela y la primera insurrección autonomista en el virreinato del Perú, 1811”. Este evento académico se realizará del 6 al 8 de junio de 2011 en Lima, y es organizado por la Comisión Nacional del Bicentenario del Grito de Libertad dado por don Francisco Antonio de Zela y Arizaga, en Tacna junto con el Instituto Riva-Agüero de la Pontifica Universidad Católica del Perú y cuenta con la colaboración del Banco Central de Reserva del Perú, el Ministerio de Educación, el Fondo Editorial del Congreso de la República y la Gran Logia Masónica.

El coloquio será inaugurado el lunes 6 de junio a las 7 p.m. en la Sala Miguel Grau del Congreso de la República y continuará los días martes 7 y miércoles 8 de junio a la misma hora, en la sede del Instituto Riva Agüero de la PUCP (Jirón Camaná 459, Lima 1). Durante tres días, connotadas personalidades del mundo académico se reunirán para disertar sobre el proceso independentista, la vida del Prócer Francisco Antonio de Zela, y el hito histórico que constituyó la rebelión liderada por él en Tacna a inicios del siglo XIX. Para esta cita, ha sido especialmente invitado el historiador latinoamericanista David A. Brading, profesor de la Universidad de Cambridge, Gran Bretaña, quién también llega a Lima para presentar su libro de homenaje al patriota criollo Profecía y Patria en la historia del Perú, publicado por el Fondo Editorial del Congreso de la República.

El historiador Teodoro Hampe-Martínez, destaca que “en 1811, el pueblo de San Pedro de Tacna fue escenario de una rebelión inédita; una alianza entre criollos e indígenas expresaba por primera vez en el Perú, bajo manifestaciones fidelistas, exigencias de cambio a España. Gracias a la coyuntura favorable originada en el avance de tropas rioplatenses al Alto Perú, un grupo de insurrectos, encabezado por Francisco Antonio de Zela, tomó en Tacna brevemente el poder. A pesar del revés sufrido, este movimiento se entiende como la primera rebelión criolla de alcance regional en el país, manifestación de la progresiva convicción a favor de la Independencia”.

El evento académico también contará con la presencia de representantes de diversas instituciones nacionales como el congresista César Zumaeta, Presidente del Congreso de la República; el congresista Guido Lombardi, Presidente de la Comisión Nacional del Bicentenario del Grito de Libertad de Francisco Antonio de Zela, el congresista Víctor Andrés García Belaunde, Presidente de la Comisión Especial de los Actos conmemorativos para el Bicentenario de la Independencia del Perú, el señor Tito Chocano Olivera, Presidente del Gobierno Regional de Tacna; el Dr. José de la Puente Brunke, Director del Instituto Riva Agüero de la PUCP; el Dr. Armando Nieto Vélez, S.J., de la Academia Nacional de Historia; la Lic. Renata Teodori, representante del Ministerio de Educación; los vicerrectores de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Dra. Pepi Patrón y Dr. Efraín Gonzáles de Olarte, y la Lic. Augusta Alfageme del Banco Central de Reserva del Perú.

Como se sabe, el Presidente de Perú promulgó la ley 29543, que “Declara de Interés Nacional la Conmemoración del Bicentenario del Grito de Libertad dado por don Francisco Antonio De Zela y Arizaga en Tacna” por lo que durante el 2011 se llevarán a cabo en todo el Perú diversos actos celebratorios por los doscientos años de la gesta libertaria del Prócer Zela.

Para mayores informes, favor de comunicarse con la Comisión Nacional del Bicentenario del Grito de Libertad dado por Don Francisco Antonio de Zela y Arizaga, en Tacna.
Congreso de la República
Jírón Junín 330, Lima 1
311- 7777 (anexo 4417, 4407)

http://es.paperblog.com/

 

 

 

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