FRANCISCO: "EL ÚNICO CAMINO CONTRA LA CORRUPCIÓN ES EL SERVICIO" La corrupción viene del orgullo, de la soberbia y el servicio te humilla, afirma en la homilía de este lunes en Santa Marta
FRANCISCO: "EL ÚNICO CAMINO CONTRA LA CORRUPCIÓN ES EL SERVICIO"
“La corrupción viene del orgullo, de la soberbia y el servicio te humilla”, afirma en la homilía de este lunes en Santa Marta
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17 DE JUNIO 2004.- La corrupción de los poderosos termina “pagada por los pobres”, que por la avidez de los demás terminan sin lo que necesitan y merecen, afirmó el Papa Francisco en la homilía de la Misa de este lunes en Santa Marta. “El único camino” para “vencer al pecado de la corrupción”, dijo , “es el servicio” a los demás, que purifica el corazón.
El Papa habló de una “historia muy triste” que, aunque antiquísima, es todavía el espejo de uno de los pecados más actuales: la corrupción. Reflexionó sobre el fragmento de la Biblia, propuesto por la liturgia, que cuenta la historia de Nabot, propiedad desde hace generaciones de una viña.
Cuando el rey Acab, que tenía la intención “de agrandar su jardín un poco”, le pide que se la venda, Nabot se niega porque no puede deshacerse “de la herencia de sus padres”, recordó el Papa.
El rey recibe muy mal esta negativa, así su mujer Jezabel, ordena una trampa: con la complicidad de falsos testigos condena en un tribunal a Nabot, que termina por ser condenado y lapidado hasta morir.
Al final, entrega la viña deseada a su marido, el cual, observó Papa Francisco, la acepta “tranquilo, como si no hubiese sucedido nada”.
“Esta historia, advirtió Francisco, se repite continuamente” entre quien posee “el poder material o el poder político o poder espiritual”.
“En los periódicos lo leemos muchas veces: ¡Ah! Han llevado a los tribunales a aquel político que se enriqueció de forma mágica. Ha ido a juicio, ha sido llevado a juicio aquel empresario que se enriqueció mágicamente, es decir abusando de sus trabajadores”, prosiguió.
“Se habla demasiado de un prelado que se enriqueció demasiado y abandonó su deber pastoral para cuidar su propio poder –reconoció-. Así los corruptos políticos, los corruptos de los negocios y los corruptos eclesiásticos. Hay en todas partes”.
“Y debemos decir la verdad: la corrupción es el pecado más actual que tiene la persona que posee autoridad sobre los demás, ya sea económica, política o eclesiástica”, dijo el Papa.
“Todos somos tentados por la corrupción –advirtió-. Es un pecado al alcance de la mano. Porque cuando uno tiene autoridad se siente poderoso, se siente casi Dios”.
Por lo demás, prosiguió el Papa, uno se corrompe en “el camino de la propia seguridad”. Con el “bienestar, el dinero, después el poder, la vanidad, el orgullo… Y a partir de ahí todo, incluso matar”.
Pero, se preguntó el Papa: ¿Quién paga la corrupción? ¿Quién te paga la comisión? No, esto es lo que hace “el intermediario”, respondió, la corrupción en realidad “la paga el pobre”.
“Si hablamos de los corruptos políticos o de los corruptos económicos, ¿Quién paga esto? Pagan los hospitales sin medicinas, los enfermos que no reciben cura, los niños sin educación. Allí están los modernos Nabot, que pagan la corrupción de los grandes”, denunció.
“¿Y quién paga la corrupción de un prelado? La pagan los niños que no saben hacer el signo de la cruz, que no reciben catequesis, que no son atendidos –lamentó-. La pagan los enfermos que no son visitados, la pagan los encarcelados que no reciben atención espiritual”.
“Los pobres pagan. Los pobres pagan la corrupción: pobres materiales, pobres espirituales”, resumió el Papa.
Sin embargo, afirmó Papa Francisco, “el único camino para salir de la corrupción, el único camino para vencer la tentación, el pecado de la corrupción, es el servicio”.
Porque, explicó, “la corrupción viene del orgullo, de la soberbia y el servicio te humilla”: es la “caridad humilde para ayudar a los demás”.
“Hoy, ofrezcamos la misa por estos, muchos ,muchos, que pagan la corrupción, que pagan la vida de los corruptos –invitó-. Estos mártires de la corrupción política, de la corrupción económica y de la corrupción eclesiástica”.
“Recemos por ellos. Que el Señor nos acerque a ellos; seguramente estaba muy cerca de Nabot, en el momento de la lapidación, como estuvo cerca de Esteban –concluyó-. Que el Señor esté cerca y les dé la fuerza para ir hacia delante en su testimonio, en su propio testimonio”.
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