Los resultados de los concursos de proyectos del Programa Nacional de Ciencia y Tecnología (Fincyt) y de las maestrías en ciencia y tecnología del Concytec son contundentes: las instituciones privadas han ganado aproximadamente el 80% de los recursos públicos destinados a la ciencia, tecnología e innovación. La razón es que las entidades estatales no son competitivas porque han sido abandonadas a su suerte; mientras que algunas privadas han fortalecido sus cuadros de ciencia y tecnología, los que les ha permitido ganar en muchos casos por "walkover".
El modelo económico, político y social del Estado actual orienta los recursos públicos al sector privado que los utiliza para la ejecución de sus proyectos de ciencia, tecnología e innovación, dado que, según los organismos internacionales, ellos arriesgan sus inversiones y, por lo tanto, harán una buena gestión. En el otro lado, dicen los expertos, las entidades estatales están dirigidas por personas nombradas en el entorno del partido o de las amistades, lo que no garantiza una buena gestión; y en las universidades estatales reina la auto-complacencia.
El hecho de que a las universidades estatales concurren las grandes mayorías y que a las universidades privadas llegan los sectores económicamente privilegiados, nos hace pensar que el modelo se hace cada vez menos inclusivo. Una selección en toda la población permitiría escoger a los más talentosos del país (que no necesariamente son los económicamente favorecidos).
En esta columna hemos señalado la necesidad de que el Estado brinde a la nación un ministerio de ciencia y tecnología y una carrera del investigador (que no es una nueva carrera universitaria, sino un cuerpo de élite seleccionado entre los mejores científicos e ingenieros). Recientemente, creo haber convencido al congresista Daniel Mora, de dejar de pelearse con las universidades y promover la creación de un Centro Superior de Ciencia y Tecnología (CSCT).
Para que los profesores investigadores del CSCT no sean sujetos a sospecha de haber sido seleccionados por amiguismo y/o partidismo, proponemos que sea una universidad internacional de prestigio que se encargue de dicha selección. Los alumnos también tendrían que ser seleccionados de esa manera y ser acreedores de becas integrales.Con el CSCT, el Perú podría aspirar a contar con una élite científica y tecnológica que nos permita dejar la cola en la lista de instituciones de investigación del mundo; y, en un mediano plazo, empezar a exportar conocimiento. De lo contrario seremos testigos del colapso del sistema educativo estatal y de la consolidación de la actual exclusión social. Más aún, la selección de profesores y alumnos en una parte reducida de la nación no entregará lo mejor del país, ni ayudará a salir de la cola tecnológica mundial.
0 comentarios