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ESPIRITUALIDAD Y COMUNICACIÓN

Cristiano “No te quedes ahí, ¡levántate!” - Kenneth Copeland

La Biblia dice que no seas el protagonista

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“HAZTE A UN LADO Y DEJA QUE OTROS TE ADELANTEN…” (Filipenses 2:3 parafraseado)

Frances Green era una viejecita que vivía de su pensión. Todos los años enviaba un dólar al Congreso Republicano. Cierto día recibió una invitación para ver al Presidente Reagan. Ella no sabía que para aceptar semejante invitación tenía que incluir un donativo generoso, así que se gastó todos sus ahorros en el viaje y cruzó los Estados Unidos en tren durante cuatro días para asistir a tal acontecimiento. Durmió sentada porque no tenía lo suficiente para reservar literas. Cuando llegó a la Casa Blanca y vio que su nombre no figuraba en la lista de invitados, se quedó desconsolada. Un ejecutivo de la Ford Motors la oyó contar su historia y se puso en contacto con un alto cargo de la Casa Blanca, consiguiendo que le dieran a la señora un tour en la Casa Blanca y le presentaran a Ronald Reagan al día siguiente. Desafortunadamente ese día hubo un alzamiento militar en un país extranjero y el Presidente tuvo que reunirse de urgencia con su gabinete.

Cuando Frances se presentó en la Casa Blanca,  hicieron el recorrido y pasaron cerca del Despacho Oval, esperando que al menos ésta pudiera ver al Presidente de lejos. Al pasar por la puerta, Reagan miró hacia estaba la señora, se levantó de su escritorio y dijo: ‘¡Frances!, estos ordenadores me volvieron a jugar una mala pasada. Si hubiera sabido que venías, ¡habría salido a recibirte!’ La viejecita de California no tenía nada que dar al Presidente, pero sí hubo algo que él le pudo dar: un poco de su tiempo en medio de su apretada agenda.

Dice Pablo: “No intentes estar en el frente… Hazte a un lado y deja que otros te adelanten…” (Filipenses 2:3 parafraseado). En otras palabras, no te importe no ser el protagonista. No olvides que Dios lo ve todo, lo sopesa y lo recompensa. En este día, haz todo lo que esté en tu mano por ayudar a alguien. 

El Ser transparente en la Biblia

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“Al llegar a la colina, Giezi tomó los sacos y los guardó en la casa; después despidió a los hombres, y éstos se fueron.” 2 reyes 5:24 (NVI)

Giezi el siervo del profeta había hecho algo inapropiado. Había pecado. Mintió reiteradas veces para obtener un poco de dinero y unos vestidos importados. No fue un asunto accidental, sino que buscó hasta alcanzar su objetivo. Lo hizo consciente que su maestro y profeta no estaba de acuerdo. Y sabiendo que Eliseo había rechazado aquello que él estaba buscando conseguir.

Aunque se puso válidas excusas para autojustificar su mal proceder e intentó buscarle una vuelta de razonabilidad a su pecado, este hombre que tenía todo para ser un exitoso espiritual, fracasó y se condenó a vivir leproso por un poco de ambición. Tenía la bendición de estar cerca de un siervo de Dios. Tenía el consejo diario del profeta para corregir su conducta.

Pero un pensamiento equivocado, generó codicia. Y finalmente decidió hacer lo que fuera necesario para satisfacer sus deseos. Midió los riesgos, armó un plan de mentiras, y no le importó nada con tal de alcanzar lo que quería. Cambió por un poco de dinero su vida, porque por su pecado, se convirtió en leproso. Es el mismo resultado que aquellos que deciden cambiar su santidad por un poco de sexo, de diversión, de exceso o de placer. Un poquito de satisfacción se paga con una vida de consecuencias.

Giezi era plenamente consciente de su pecado. A tal punto que cuando obtiene su botín, lo esconde en un lugar secreto. si estas orgulloso de algo lo mostrás y lo pones en tu perfil público de facebook para que todos lo vean. Escondes lo que te da vergüenza. Lo que no querés que los demás se enteren.

Escondemos las malas notas, al amigo feo, la media rota, los links de las paginas de internet que consultamos, la envidia que tenemos, que tu novia te dejó por otro, tus deudas, tus errores, tus fracasos, tus miedos o tus pecados.

Al igual que Giezi, nosotros también hoy escondemos lo que nos avergüenza y aunque sabemos que está mal, seguimos repitiendo esa conducta que Dios rechaza. Intentamos disfrutar un poquito de placer pero escondemos lo que hacemos. Lo terrible es que Dios lo sabe, lo ve y lo desaprueba. Pero parece no importarnos. Creemos que la oscuridad nos oculta, pero Dios siempre nos ve.

Si lo que estás haciendo, lo escondés por vergüenza, es tiempo de dejarlo.

REFLEXIÓN – Se trasparente.

Un gran abrazo y bendiciones

Dany

Cristiano “No te quedes ahí, ¡levántate!”

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Había a la entrada de la puerta cuatro hombres leprosos, los cuales dijeron el uno al otro: ¿Para qué nos estamos aquí hasta que muramos? Se levantaron pues al anochecer… – 2 Reyes 7:3,5

No importa cuán difícil sea la situación en la que usted esté, no importa cuán metido esté en algún problema, en 24 horas usted podría superar esas cosas.

“Oh, hermano Copeland, eso es imposible”.

Eso es lo que los samaritanos pensaron en 2 Reyes 7. Su tierra estaba siendo asolada por el hambre. Las tropas enemigas tenían sitiada la ciudad y habían cortado toda ruta de suministro. Las madres se comían a sus propios hijos para poder subsistir.

Pero en medio de toda esa tragedia, el Señor le dijo al profeta Eliseo que en 24 horas todo iba a cambiar. La harina y la cebada se venderían por unos cuantos centavos y habría abundancia para todos.

¿De qué se valió Dios para cambiar la situación? ¡De cuatro leprosos! En lugar de sentir lástima de sí mismos y esperar hasta morirse, estos leprosos decidieron levantarse y arriesgarse en el campo enemigo. Cuando llegaron, lo encontraron abandonado. Los ángeles de Dios habían hecho que el ejército entero huyera, y en el campo había quedado suficiente alimento para toda la ciudad de Samaria.

Algunas veces actuamos como lo hicieron los líderes de Samaria. Nos concentramos en el problema en lugar de concentrarnos en la Palabra de Dios. Ponemos tanta atención a la voz del mundo que perdemos la visión de nuestra victoria. Cuando eso sucede, la fe y el poder comienzan a disminuir y la vida se nos derrumba por todos lados.

Si a usted le ha pasado eso, deje de lamentarse, deje de fijarse en el problema y de sentir lástima de sí mismo porque esas cosas no podrán cambiar nada.

Así como Dios dio palabra por medio de Eliseo, también le ha dado a usted palabra: le ha prometido darle la victoria y hacerlo vencedor.

No se quede ahí sentado esperando hasta que muera. No acepte la derrota, sino levántese en fe, afírmese en la Palabra de Dios y pelee por su vida. Enójese con Satanás y échelo fuera. Enójese con la enfermedad y enfurézcase con la pobreza y empiece a dar más.

¡Levántese y reciba la liberación del Señor!

2 Reyes 6:24-33; 7:1-20

Kenneth Copeland

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