EL PERDÓN ABRE A LA ALEGRÍA Y A LA SERENIDAD, PALABRA DE FRANCISCO EN 2016 El Papa abre la Puerta Santa de la Basílica de Santa María la Mayor por el Año de la Misericordia
EL PERDÓN ABRE A LA ALEGRÍA Y A LA SERENIDAD, PALABRA DE FRANCISCO EN 2016
El Papa abre la Puerta Santa de la Basílica de Santa María la Mayor por el Año de la Misericordia
Francisco recordó que “en estas pocas palabras encuentra una síntesis la fe de generaciones de personas que, teniendo fijos sus ojos en el ícono de la Virgen, le piden la intercesión y la consolación”. El Papa recordó que es “más que apropiado que en este día invoquemos a la Virgen María, sobre todo como Madre de la misericordia”, porque la Puerta Santa que acaba de ser abierta “es, de hecho, una Puerta de la Misericordia”. “Quien atraviese ese umbral está llamado a sumergirse en el amor misericordioso del Padre, con plena confianza y sin ningún temor; y puede volver a comenzar desde esta Basílica con la certeza de que tendrá a su lado la compañía de María”, dijo. La Virgen “es Madre de la misericordia, porque generó en su vientre el Rostro mismo de la divina misericordia, Jesús, el Emanuel, el Esperado por todos los pueblos, el ‘Príncipe de la paz’, el Hijo de Dios, que se hizo carne por nuestra salvación, nos ha dado a su Madre que, junto a nosotros, se hace peregrina para no dejarnos solos nunca en el camino de nuestra vida, sobre todo en los momentos de incertidumbre y dolor”. María es Madre de Dios, explicó Francisco, “que perdona, de da perdón, y por ello podemos decir que es Madre del perdón”.
Perdón es la palabra clave del Jubileo de la misericordia del Papa argentino, que, observó, es un vocablo que no comprende “la mentalidad mundana, indica, en cambio, el fruto propio, original de la fe cristiana”, porque “quien no sabe perdonar todavía no ha conocido la plenitud del amor. Y solo quien ama verdaderamente es capaz de llegar hasta el perdón, olvidando la ofensa recibida”. Después, el Papa subrayó: “A los pies de la Cruz, María ve a su Hijo que ofrece todo sí mismo y así ofrece el testimonio de qué significa amar como ama Dios. En ese momento escucha que Jesús pronuncia palabras que probablemente nacen de eso que ella misma le había enseñado desde niño: ‘Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen’. En ese momento, María se convirtió para todos nosotros en Madre del perdón”; e incluso, “siguiendo el ejemplo de Jesús y con su gracia, fue capaz de perdonar a todos los que estaban matando a su Hijo inocente”. Así, para los cristianos, la Madre de Jesús es “ícono de cómo la Iglesia debe extender el perdón a todos los que lo invocan. La Madre del perdón enseña a la Iglesia que el perdón ofrecido en el Gólgota no conoce limites. No puede detenerlo la ley con sus reparos, ni la sabiduría de este mundo con sus distinciones”. “El perdón de la Iglesia debe tener la misma extensión del de Jesús en la Cruz, y de María a sus pies. No hay alternativa”. Por ello, “el Espíritu Santo hizo a los Apóstoles instrumentos eficaces de perdón, para que cuanto fue obtenido con la muerte de Jesús pueda alcanzar a cada hombre en todos los lugares, en todos los lugares y en todos los tiempos”.
El Papa prosiguió: “el himno mariano, en fin, continúa diciendo: ‘Madre de la esperanza y Madre de la gracia, Madre plena de santa alegría’. La esperanza, la gracia y la santa alegría son hermanas, todas son don de Cristo”; es más: “son otros nombres de Él, escritos, por decirlo así, en su carne”. María, al dar a Su Hijo Jesucristo a los hombres de todos los tiempos, regala el perdón “que renueva la vida, que permite cumplir nuevamente la voluntad de Dios, y que la llena de verdadera felicidad”. Y “esta gracia abre el corazón para ver el futuro con la alegría de quien espera”.
Según Papa Bergoglio, “la fuerza del perdón es el verdadero antídoto a la tristeza provocada por el rencor y la venganza, el perdón abre a la alegría y a la serenidad porque libera el alma de los pensamientos de muerte, mientras el rencor y la venganza agitan la mente y laceran el corazón quitándole el reposo y la paz”. Francisco invitó, por ello, a atravesar la “Puerta Santa de la misericordia con la certeza de la compañía de la Virgen Madre, la Santa Madre de Dios, que intercede por nosotros”; exhortó a dejarse acompañar “por ella para volver a descubrir la belleza del encuentro con su Hijo Jesús” y a abrir de par en par el corazón a la alegría del perdón, “conscientes de la esperanza que confía y que nos es devuelta, para hacer que nuestra experiencia cotidiana sea un humilde instrumento del amor de Dios”. Para concluir, Papa Francisco pidió aclamar a la Virgen “con amor de hijos con las mismas palabras del pueblo de Efeso, en la época del histórico Concilio: ‘¡Santa Madre de Dios!’”.
Por Domenico Agasso, JR
Artículo publicado originalmente por Vatican Insider
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