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ESPIRITUALIDAD Y COMUNICACIÓN

BUENAS NUEVAS Día internacional de abolición a la esclavitud

BUENAS NUEVAS

Sábado 30 de noviembre 2013

Evento especial
Objetivo: Mostrar el trabajo de las ONGD (ayuda integral a mujeres en situación de riesgo y vulnerabilidad, víctimas de trata, mujeres prostituidas, víctimas de violencia doméstica, matrimonios forzados, mujeres perseguidas por motivos políticos, religiosos o étnicos). Programa: 12.00 Flashmob en la Puerta del Sol en Madrid. 18.00 Gala Fiet Gratia. Se ruega confirmar asistencia.
Lugar Puerta del Sol y Calle San Sotero, 5 (mirar descripción)
Madrid, España

Nueva app

Los desarrolladores de la famosa Youversion lanzan una aplicación interactiva que cuenta pasajes de la Biblia en un entorno intuitivo y divertido.

Pastor y comunicador

Este viernes 29 de noviembre, tras una larga lucha contra el cáncer.

Si el que pastorea no sirve al Señor sino a sí mismo, sus mensajes saldrán de su estómago y sus palabras serán como metal que resuena, o címbalo que retiñe.
Isabel Pavón

http://www.protestantedigital.com/

La Buena Nueva del Reino de Dios 

1. ’El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva’ (Mc 1, 15). Jesucristo fue enviado por el Padre ’para anunciar a los pobres la Buena Nueva’ (Lc 4, 18). Fue (y sigue siendo) el primer Mensajero del Padre, el primer Evangelizador, como decíamos ya en la catequesis anterior con las mismas palabras que Pablo VI emplea en la Evangelii Nuntiandi. Es más, Jesús no es sólo el anunciador del Evangelio, de la Buena Nueva, sino que El mismo es el Evangelio (Cfr. Evangelii Nuntiandi, 7).  Efectivamente, en todo el conjunto de su misión, por medio de todo lo que hace y enseña y, finalmente, mediante la cruz y resurrección, ’manifiesta plenamente el hombre al propio hombre’ (Cfr. Gaudium et Spes, 22), y le descubre las perspectivas de aquella felicidad a la que Dios lo ha llamado y destinado desde el principio. El mensaje de las bienaventuranzas resume el programa de vida propuesto a quien quiere seguir la llamada divina; es la síntesis de todo el ’éthos’ evangélico vinculado al misterio de la redención.

2. La misión de Cristo consiste, ante todo, en la revelación de la Buena Nueva (Evangelio) dirigida al hombre. Tiene como objeto, por tanto, el hombre, se puede decir que es ’antropocéntrica’; pero al mismo tiempo, está profundamente enraizado en la verdad del reino de Dios, en el anuncio de su venida y de su cercanía: ’El reino de Dios está cerca creed en la Buena Nueva’ (Mc 1, 15). Este es, pues, ’el Evangelio del reino’, cuya referencia al hombre, visible en toda la misión de Cristo, está enraizada en una dimensión ’teocéntrica’, que se llama precisamente reino de Dios. Jesús anuncia el Evangelio de este reino, y, al mismo tiempo, realiza el reino de Dios a lo largo de todo el desarrollo de su misión, por medio de la cual el reino nace y se desarrolla ya en el tiempo, como germen inserto en la historia del hombre y del mundo. Esta realización del reino tiene lugar mediante la palabra del Evangelio y mediante toda la vida terrena del Hijo del hombre, coronada en el misterio pascual con la cruz y la resurrección. Efectivamente, con su ’obediencia hasta la muerte’ (Cfr. Fil 2, 8), Jesús dio comienzo a una nueva fase de la economía de la salvación, cuyo proceso se concluirá cuando Dios sea ’todo en todos’ (1 Cor 15, 28), de manera que el reino de Dios ha comenzado verdaderamente a realizarse en la historia del hombre y del mundo, aunque en el curso terreno de la vida humana nos encontremos y choquemos continuamente con aquel otro término fundamental de la dialéctica histórica: la ’desobediencia del primer Adán’, que sometió su espíritu al ’principe de este mundo’ (Cfr. Rom 5, 19, Jn 14, 30).

3. Tocamos aquí el punto central )y casi el punto crítico) de la realización de la misión de Cristo, Hijo de Dios, en la historia: cuestión ésta sobre la que será necesario volver en una etapa sucesiva de nuestra catequesis. Si en Cristo el reino de Dios ’está cerca’ )es más, está presente) de manera definitiva en la historia del hombre y del mundo, al mismo tiempo, su cumplimiento sigue perteneciendo al futuro. Por ello, Jesús nos manda que, en nuestra oración, digamos al Padre, ’venga tu reino’ (Mt 6, 10).

4. Esta cuestión hay que tenerla bien presente a la hora de ocuparnos del Evangelio de Cristo como ’Buena Nueva’ del reino de Dios. Este era el tema ’guía’ del anuncio de Jesús cuando hablaba del reino de Dios, sobre todo, en sus numerosas parábolas.           Particularmente significativa es la que nos presenta el reino de Dios parecido a la semilla que siembra el sembrador de la tierra. (Cfr. Mt 13, 3-9). La semilla está destinada ’a dar fruto’, por su propia virtualidad interior, sin duda alguna, pero el fruto depende también de la tierra en la que cae (Cfr. Mt 13, 19-23)

5. En otra ocasión Jesús compara el reino de Dios (el ’reino de los cielos’, según Mateo) con un grano de mostaza, que ’es la más pequeña de todas las semillas’, pero que, una vez crecida, se convierte en un árbol tan frondoso que los pájaros pueden anidar en las ramas (Cfr. Mt 13, 31)32). Y compara también el crecimiento del reino de Dios con la ’levadura’ que hace fermentar la masa para que se transforme en pan que sirva de alimento a los hombres (Mt 13, 35). Sin embargo, Jesús dedica todavía una parábola al problema del crecimiento del reino de Dios en el terreno que es este mundo. Se trata de la parábola del trigo y la cizaña, que el ’enemigo’ esparce en el campo sembrado de semilla buena (Mt 13, 24-30): así, en el campo del mundo, el bien y el mal, simbolizados en el trigo y la cizaña. crecen juntos ’hasta la hora de la siega)’ (es decir, hasta el día del juicio divino), otra alusión significativa a la perspectiva escatológica de la historia humana. En cualquier caso, Jesús nos hace saber que el crecimiento de la semilla, que es la ’Palabra de Dios’, está condicionada por el modo en que es acogida en el campo de los corazones humanos: de esto depende que produzca fruto dando ’uno ciento, otro sesenta, otro treinta’ (Mt 13, 23), según las disposiciones y respuestas de aquellos que la reciben.

6. En su anuncio del reino de Dios, Jesús nos hace saber también que este reino no está destinado a una sola nación, o únicamente al ’pueblo elegido’, porque vendrán ’de Oriente y Occidente’ para ’sentarse a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob’ (Cfr. Mt 8, 11 ). Esto significa, en efecto, que no se trata de un reino en sentido temporal y político. No es un reino ’de este mundo’ (Cfr. Jn 18, 36), aunque aparezca insertado, y en él deba desarrollarse y crecer. Por esta razón se aleja Jesús de la muchedumbre que quería hacerlo rey y (’Dándose cuenta Jesús de que Intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerlo rey huyó de nuevo al monte El solo’: Jn 6, 15). Y, poco antes de su pasión, estando en el Cenáculo, Jesús pide al Padre que conceda a los discípulos vivir según esa misma concepción del reino de Dios: ’No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno. Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo’ (Jn 17, 15)16). Y mas aún: según la enseñanza y la oración de Jesús, el reino de Dios debe crecer en los corazones de los discípulos ’en este mundo’; sin embargo, llegará a su cumplimiento en el mundo futuro: !cuando el Hijo del hombre venga en su gloria.. Serán congregadas delante de El todas las naciones!’ (Mt 25, 31-32). ¡Siempre en una perspectiva escatológica!

7. Podemos completar la noción del reino de Dios anunciado por Jesús, subrayando que es el reino del Padre, a quien Jesús nos enseña a dirigirnos con la oración para obtener su llegada: ’Venga tu reino’ (Mt 6, 10; Lc 11, 2). A su vez, el Padre celestial ofrece a los hombres, mediante Cristo y en Cristo, el perdón de sus pecados y la salvación, y, lleno de amor, espera su regreso, como el padre de la parábola esperaba el regreso del hijo pródigo (Cfr. Lc 13,20-32) porque Dios es verdaderamente ’rico en misericordia’ (Ef. 2, 4). Bajo esta luz se coloca todo el Evangelio de la conversión que, desde el comienzo, anunció Jesús: ’convertíos y creed en la Buena Nueva’ (Mc 1, 15). La conversión al Padre, al Dios que ’es amor’ (Jn 4, 16), va unida a la aceptación del amor como mandamiento (nuevo): amor a Dios, ’el mayor y el primer mandamiento’ (Mt 22, 3S) y amor al prójimo, ’semejante al primero’ (Mt 22, 39). Jesús dice: ’Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros’. ’Que como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros’ (Jn 13, 34). Y nos encontramos aquí con la esencia del ’reino de Dios’ en el hombre y en la historia. Así, la ley entera (es decir, el patrimonio ético de la antigua Alianza) debe cumplirse, debe alcanzar su plenitud divino-humana. El mismo Jesús lo declara en el sermón de la montaña: ’No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir sino a dar cumplimiento’ (Mt 5, 17). En todo caso, El libra al hombre de la ’letra de la ley’, para hacerle penetrar en su espíritu, puesto que como dice San Pablo, ’la letra (sola) mata’, mientras que ’el Espíritu da la vida’ (Cfr. 2 Cor 3, 6). El amor fraterno, como reflejo y participación del amor de Dios, es, pues, el principio animador de la Nueva Ley, que es como la base constitucional del reino de Dios (Cfr. S.Th. I-II, q. 106, a. l; q. 107. aa. 1,2).

8. Entre las parábolas, con las que Jesús reviste de comparaciones y alegorías su predicación sobre el reino de Dios, se encuentra también la de un rey ’que celebró el banquete de bodas de su hijo’ (Mt 22, 2). La parábola narra que muchos de los que fueron invitados primero no acudieron al banquete buscando distintas excusas y pretextos para ello y que, entonces, el rey mandó llamar a otra gente, de los ’cruces de los caminos’, para que se sentaran a su mesa Pero, entre los que llegaron, no todos se mostraron dignos de aquella invitación por no llevar el ’vestido nupcial’ requerido. Esta parábola del banquete, comparada con la del sembrador y la semilla, nos hace llegar a la misma conclusión: si no todos los invitados se sentarán a la mesa del banquete, ni todas las semillas producirán la mies, ello depende de las disposiciones con las que se responde a la invitación o se, recibe en el corazón la semilla de la Palabra de Dios. Depende del modo con que se acoge a Cristo, que es el sembrador, y también el hijo del rey y el esposo, como El mismo se presenta en distintas ocasiones: ’¿Pueden ayunar los invitados a las bodas cuando el esposo está todavía con ellos?’ (Mc 2, 19), preguntó una vez a quien lo interrogaba, aludiendo a la severidad de Juan el Bautista Y El mismo dio la respuesta: ’Mientras el esposo está con ellos no pueden ayunar’ (Mc 2, 19). Así, pues, el reino de Dios es corno una fiesta de bodas a la que el Padre del cielo invita a los hombres en comunión de amor y de alegría con su Hijo. Todos están llamados e invitados: Pero cada uno es responsable de la propia adhesión o del propio rechazo, de la propia conformidad o disconformidad con la ley que reglamenta el banquete.

9. Esta es la ley del amor: se deriva de la gracia divina en el hombre que la acoge y la conserva, participando vitalmente en el misterio pascual de Cristo. Es un amor que se realiza en la historia, no obstante cualquier rechazo por parte de los invitados, sin importar su indignidad. Al cristiano le sonríe la esperanza de que el amor se realice también en todos los ’invitados’: precisamente porque la ’medida’ pascual de ese amor esponsal es la cruz, su perspectiva escatológica ha quedado abierta en la historia con al resurrección de Cristo. Por El el Padre ’nos ha librado del poder de las tinieblas y nos ha llevado al reino de su Hijo querido’ (Cfr. Col 1, 13). Si acogemos la llamada y secundamos a atracción del Padre, en Cristo ’tenemos todos la redención’ y la vida eterna.

 Manifiesto del XV Congreso Católicos y Vida Pública 

La Asociación Católica de Propagandistas, organizadora de los Congresos Católicos y Vida Pública, al término del Decimoquinto dedicado a ESPAÑA: RAZONES PARA LA ESPERANZA,

MANIFIESTA:

Este XV Congreso ha querido poner de relieve las razones y motivos que sostienen e impulsan una verdadera esperanza para España a pesar de las circunstancias, actitudes y presagios que parecen sembrar en muchos el desaliento. Nuestra atención a la presente realidad de España se ha extendido además necesariamente al contexto europeo y mundial en que ésta se inserta, pues no caben hoy consideraciones ni soluciones aisladas. Las sesiones generales y las numerosas mesas redondas han ofrecido, en efecto, el análisis de decisivos ámbitos de la actual realidad española desde una perspectiva global.  Frente a quienes consideran que el objetivo primero, cuando no exclusivo, de toda política en este momento es superar la crisis económica, sin referencia ética alguna, el Congreso ha querido poner el acento en las raíces y efectos morales de semejante crisis. Y, en consonancia con esta visión más profunda de la realidad, propugna una política que esté guiada por una verdadera antropología integral, al servicio del bien común. Asimismo el Congreso nos ha recordado con especial énfasis que esa política integral es algo que nos incumbe a todos los ciudadanos, según sus circunstancias y capacidades, y de modo especial ha subrayado el carácter ineludible del compromiso político al que hemos de sentirnos muy directamente llamados los católicos, compromiso que podemos y debemos hacer realidad por muy diversos cauces. El Congreso se ha hecho eco de la necesidad amplia y hondamente sentida por todos de revitalizar la sociedad mediante una profunda regeneración intelectual y moral.

*Esta regeneración ha de llevarse a cabo en los más diversos campos de actividad y de modo muy especial en las mismas estructuras políticas institucionales a todos los niveles.

*Esta regeneración supone el compromiso con la verdad en todas las instancias y particularmente en los medios de comunicación.

*Esta regeneración supone asimismo un compromiso con la Justicia y lleva consigo la exigencia de profundas reformas de su Administración.

Especial atención han merecido al Congreso instituciones que son los verdaderos pilares de una sociedad sana: el matrimonio como unión indisoluble de un hombre y una mujer y la familia, así como la Educación y la Cultura a las que ningún servicio mejor pueden prestar los poderes públicos que el de asegurarles libertad y medios para ejercerla sin intromisiones ideológicas manipuladoras. En continuidad con todos los anteriores, este Congreso ha hecho asimismo la más incondicional defensa de la dignidad de toda persona y del derecho de cada una a su vida desde el primer instante de su concepción hasta la muerte natural. Este Congreso ha sido especialmente sensible a fenómenos y problemas políticos y culturales relativos a la misma estructura constitucional y territorial de España y ha acogido con especial relieve un profundo y positivo debate entre destacadas personalidades sobre las cuestiones que al respecto se plantean “aquí y ahora”.

El Congreso ha buscado y expuesto las razones objetivas que en la España de hoy podemos encontrar para la esperanza y, al mismo tiempo, a través de testimonios vivos, ha puesto de relieve que el principal motivo de esperanza es precisamente la fe, el empeño, la esperanza que cada uno puede y debe hacer fructificar en y desde sí mismo e irradiar sobre los demás. La fuerza de esta personal esperanza no es menos objetiva y sí más efectiva que los válidos y apreciables datos externos que las estadísticas pueden aportar. En esta tarea de renovación, de impulsos a la esperanza, los católicos y, muy en particular, los laicos han de actuar como verdadero fermento de una sociedad más justa y fraternal. Y en primer lugar los jóvenes cuya presencia en nuestros Congresos se hace cada vez más amplia, más visible, más alegre, más esperanzadora, más creadora, más fértil… Tal como el Papa Francisco nos repite, no podemos dejarnos arrebatar la esperanza y ni los ancianos ni los jóvenes pueden aceptar el “descarte” que de ellos quiere hacer la dinámica de un sistema económico global deshumanizado. Los católicos no podemos dejar de ofrecer nuestra razón más profunda para la esperanza que es precisamente esa sólida esperanza que, sustentada en la fe y alimentada por la caridad, el amor, tenemos grabada en nuestro ser cristiano. Las circunstancias ante las que tantos pueden sentirse desalentados son, desde la perspectiva cristiana siempre joven, una tarea, una misión, un proyecto, un empeño, una aventura subyugante: la de quienes no pierden el tiempo en añorar el pasado o en llorar sobre el presente sino que, llenos de impulso juvenil, se enfrentan con gozo a todo un mundo al que podemos y debemos ofrecer la gran esperanza verdaderamente fiable que es Cristo mismo. A eso estamos llamados. Hoy: en este Año de la Fe.

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