Perú y Chile - Por Moisés Panduro Coral
Perú y Chile
Moisés Panduro Coral
Enumerar las fortalezas, las debilidades y las potencialidades de Perú en relación con Chile siempre es un ejercicio que va a estar nutrido de una dosis nacionalista. Dosis que es necesaria e incuestionable cuando se administra con buen criterio sin caer en el patrioterismo que obnubila mentes y que a la larga resulta perjudicial para una nación que como la nuestra aspira seriamente a colocarse entre las primeras del mundo al finalizar el 2021, año de nuestro bicentenario. En este propósito he tomado algunas referencias para pincelar la situación actual entre nuestro país y el vecino del sur, en términos más o menos similares al cotejamiento de resultados que realicé anteriormente entre Perú y Brasil, publicado en este diario, me parece que en octubre de 2009, y que se puede encontrar en internet.
La temática en la que podemos establecer comparaciones es muy amplia. Pero tomaré brevemente unas cuantas referencias. Empecemos por la macro economía que es determinante en el contexto de un mundo intimidado persistentemente por crisis financieras que pueden traerse abajo los esfuerzos de siglos de muchas naciones. Por ello, uno de los aspectos a considerar es el de las reservas internacionales, es decir el de los fondos guardados por los bancos de reserva en previsión de las eventuales necesidades de un país. Perú tiene actualmente cerca de 60,000 millones de dólares (el tercer país en reservas en Sudamérica después de Brasil y Argentina), mientras que Chile llega sólo a los 39,000 millones de dólares. Claro, los chilenos dirán que a pesar de esa diferencia ellos están mejor porque tienen la mitad de la población que nosotros, además de una deuda pública pequeña, pero aún cuando estas apreciaciones son discutibles, nadie puede negar que en los últimos años Perú ha ido cerrando considerablemente el peso de la deuda pública en la deuda externa global, siendo nuestra meta llegar al 2021 sin esa carga pesada, gran parte de ella herencia de la década velasquista.
Es en el campo de las inversiones, sin embargo, en el que la competencia entre nuestras naciones, en el contexto de la globalización, se ha estado tratando parcialmente. Hasta el año 2010, las inversiones de Chile en Perú según la información disponible llegaron a los 6,000 millones de dólares tras la compra que hicieron los chilenos de los supermercados Wong, transada en 500 millones de dólares. Con esta transacción, Perú se convirtió en el tercer país destino de las inversiones chilenas después de Argentina (15,000 millones) y Brasil (6,500 millones). Pero esta información presentada así no toma en cuenta que las inversiones de Perú en Chile han crecido a tal punto que al finalizar el 2011 se estimaron en alrededor de 3,000 millones de dólares, destacándose la adquisición realizada por el grupo peruano Brescia que en 2010 se transformó en el principal actor del negocio de la construcción en Chile al comprar la cementera chilena Melón en 400 millones de dólares.
Es bueno, en este punto, observar el impresionante crecimiento de las inversiones del empresariado peruano en el país del sur. Fíjense, hace 10 años, en 2001, las inversiones peruanas en Chile eran 50 veces menor a las inversiones chilenas en Perú. Una diferencia abismal que, sin embargo, fue reduciéndose paulatinamente pues para el año 2007 el nivel de las inversiones peruanas en Chile llegaban ya a los 300 millones de dólares frente a los 5,300 millones de dólares de los chilenos en Perú, lo que significó una contracción de esa disparidad a 18 veces en sólo seis años.
Para el año 2010, Perú tenía 2,500 millones de dólares de inversión en Chile, presencia financiera que en el año siguiente fue estimada, como ya dijimos, en 3,000 millones frente a los 6,000 millones de Chile. La primera conclusión que uno obtiene de la lectura de estas cifras es que ellas indican que en apenas 10 años el balance desfavorable a Perú se redujo de 50 veces a 2 veces. Esta constatación hace que una proyección optimista, en un horizonte de diez años -que incluye, entre otras variables, un crecimiento del PBI al ritmo de 6-7% anual, un aumento pugnaz de las exportaciones y un incremento de las inversiones en infraestructura económica y productiva-, nos arroje uno de los resultados más esperados por la economía peruana que es la de equilibrar el flujo de las inversiones entre Perú y Chile lo cual será uno de nuestros mejores logros de cara a ganarnos un liderazgo contundente en el concierto internacional.
En el campo del desarrollo social Chile nos lleva muchas ventajas aún. En el Índice de Desarrollo Humano, un indicador que mide esperanza de vida al nacer, nivel educacional y calidad de vida, Perú ha alcanzado en 2011 una puntuación de 0.725 frente a Chile que lidera la tabla latinoamericana con una puntuación de 0.805. En la lucha contra la pobreza debe anotarse que Chile ha logrado reducir su pobreza de 45.1% en 1987 a 15.1% en el 2009 lo que indica que allí las políticas de Estado orientadas a ese fin llevan más de 25 años, no obstante, las noticias recientes nos indican que entre 2006 a 2009 la pobreza en Chile aumentó de 13.7% a 15.1%. En Perú, contrariamente, la pobreza se redujo drásticamente de 48.7% en 2005 a 30% en 2011 y la meta es reducirla a 16% en 2016 y a menos de un dígito en el 2021. En cuanto a la desigualdad social que se mide por el coeficiente de Gini y que indica la distancia de ingresos entre los más ricos y los más pobres, Perú tiene un coeficiente de 0.47 mientras el coeficiente de Chile es de 0.50, señal inequívoca que Perú es una sociedad menos desigual que la sociedad chilena.
Repasadas estas cifras, no se puede soslayar un breve ingreso al terreno del equilibrio estratégico militar. Tenemos una demanda marítima ante La Haya planteada durante el gobierno de Alan García y los argumentos expuestos por nuestra Cancillería nos dan la alta probabilidad de que sea favorable a nuestra nación, lo cual lleva necesariamente a considerar fríamente un posible escenario militar. Y en este campo ya se han escuchado muchas voces, la gran mayoría, expertas, serenas, realistas y patrióticas (leer, por ejemplo, el artículo “La Paranoia Perú- Chile” en http://hugoguerra.pe/cms/?p=2548); muy pocas guerreristas, aunque no falte por allí uno que otro verbalista idiotizado que por lo que escriben más parecen encubiertos agentes pro chilenos que ciudadanos peruanos de corazón en el pecho.
De algo estoy seguro. A la larga, le ganaremos todas las guerras a Chile. La económica, la de la competitividad, la de la seguridad energética, la de la legitimidad de nuestra demanda; la del equilibrio estratégico militar, si quieren. El Perú de 2012 no es el Perú de 1879. Las cifras, los hechos, los avances, las realidades y las tendencias así lo testimonian, pero hay que actuar con prudencia, con sagacidad, con inteligencia, sin caer en el triunfalismo, ni menos en el patrioterismo bufón y pérfido que nos hizo mucho daño
en 1879.
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