ANDRÉS CALAMARO EN EE.UU.: "QUIERO SER UN ARTISTA GLOBAL"
Andrés Calamaro en EE.UU.: "Quiero ser un artista global"
"Hicimos la lista de canciones para estos conciertos como si fuésemos a tocar a Marte", reveló Andrés Calamaro. El músico argentino no cambió de planeta, pero cruzó por primera vez una simbólica frontera: la que separa a América Latina del norte del continente, para debutar en gira por Estados Unidos.
Y el repertorio para marcianos será, en realidad, "ésas que sabemos todos": aunque hace poco deslizó que estaba cansado de repetir hits de décadas pasadas, sabe que el público latino que por primera vez lo verá en los escenarios estadounidenses quiere un repaso con canciones "históricas".
Lleva muchos meses de ajetreo, tras su separación de su mujer, la actriz Julieta Cardinali, y una etapa en la que su creatividad se instaló en "un laberinto oscuro del que no sabía si saldría", según confiesa.
Pero, tal vez justamente por los golpes recibidos y resistidos, el músico se reconoce sobreviviente de una generación: la de los rockeros que pasaron la barrera del medio siglo, entre quienes cuenta compañeros muertos –como Miguel Abuelo, de Los Abuelos de la Nada-, otros enfermos –sin nombrarlo, aparece la figura de Gustavo Cerati, en coma desde 2010- y otros simplemente retirados.
"A veces entregar una vida a la música resulta más literal que literario", dice el artista ante BBC Mundo.
El Cantante –así, con mayúsculas, como se ha autobautizado desde sus discos- festejó su cumpleaños número 50 el pasado agosto y dice que "el número redondo" es el inicio de una "nueva revolución": la que –confía- lo llevará a convertirse en un artista global. Un tránsito en el que el paso por Estados Unidos cumple un valor fundamental.
Antes, Calamaro derrochó buen ánimo en su reunión con la prensa: así lo escuchó BBC Mundo, feliz de estar en "la tierra de las oportunidades", de elegir vinilos en la legendaria disquería Amoeba de Hollywood ("me compré 22, mi número de la suerte) y dispuesto a comerse tantas hamburguesas como el cuerpo tolere.
-¿Qué significa este arribo en Estados Unidos, una primera vez muy esperada por las audiencias latinas?
-Soy de una generación que creció soñando con venir a Estados Unidos y a Londres atraídos por esta cultura maravillosa: no lo digo por los automóviles o los deportes, pero sí por la música y el cine. Por entonces (fines de los años ’70), también asociaba a Estados Unidos con una serie de libertades que, desde Argentina, se veían como deseables.
"La explicación técnica de por qué no vine antes es que estaba sometido a las ’corrientes discográficas’ de Argentina, que no siempre son favorables o suficientes para llegar a Estados Unidos de gira"
Andrés Calamaro
Vine a Los Ángeles cuando terminé la secundaria y me quedé unos meses. En aquel viaje conocí a músicos que jugaban con marihuana, tuve mi primer experiencia lisérgica mística y terminé viviendo en el barrio de Van Nuys mucho antes de saber que lo llamaban "la capital estadounidense del porro". Yo me conformaba con detectar la disquería más cercana y comprar discos de Miles Davis, de Tony Williams, de Bob Marley… Me fui cuando me quedé sin visa y sin plata, gastada toda en discos y en un teclado.
-Y por entonces no pensaban en cantar aquí…
-Bueno, incluso fuera de las experiencias psicodélicas, imaginaba un futuro grabando discos. Imaginé grabar con una banda que pudiera reunir poesía, reggae, funk, rock y eso fue finalmente Los Abuelos de la Nada, el primer grupo que me llevó mucho más allá de mis posibilidades.
La explicación técnica de por qué no vine antes es que estaba sometido a las "corrientes discográficas" de Argentina, que no siempre son favorables o suficientes para llegar a Estados Unidos de gira.
-Preferiste Europa…
-Bueno, en los ’90 hice el camino inverso al de Cristóbal Colón y los conquistadores, fui a España a arrebatar el oro… aunque no fue tanto el que conseguí arrebatar, pero sí algunos discos de oro.
Ahora vengo acá y mi única expectativa, como siempre, es disfrutar en el escenario, cantar bien y volver loca la gente. En ese sentido me considero más un soldado que un artista: estoy dispuesto a hacer cualquier cosa, dentro y fuera de los límites de lo moral y de lo permitido, para "incendiar" el escenario.
¿Cómo fue el paso por México (su último concierto fue en Tijuana)?
-No puedo sino agradecer la generosidad del pueblo mexicano para conmigo. Latinaomérica, dentro de las dificultades que presenta para ser un músico, entrega una deferencia y un respeto a los que vivimos sobre el escenario que resultan casi ridículos. Yo no entiendo que el artista sea una persona sublime y con cualidades geniales, pero el reconocimiento siempre es entrañable.
En Tijuana además vi "la línea" y fue muy fuerte. Hasta ahora, todos los límites que había visto eran geográficos: la cordillera de los Andes que nos separa de Chile, el Río de la Plata que nos separa de Uruguay… siempre un río, una montaña. Ver el cerco de la frontera entrando en el mar me hizo sentir que estaba realmente en los confines de América Latina: una realidad abstracta y a la vez absolutamente real. Por eso quise cruzar a Los Ángeles por carretera: me sirvió para escuchar dos veces el último disco de Kanye West con Jay-Z y para comerme una hambuguesa... pero también colaboró para que ésta sea una visita trascendental.
-¿Cómo fue grabar con íconos de la música mexicana como Los Tigres del Norte?
-Pensé que este año no iba a poder hacer giras ni grabaciones porque estaba en una espiral creativa que era más bien un laberinto, del que no pensé que pudiera salir. Pero cuando Los Tigres me mandaron la versión de "La mesa del rincón" especialmente arreglada para mí, reaccioné y dije sí.
Para un artista latino, una llamada de Los Tigres del Norte es trascendental: es como ser invitado por los Rolling Stones. Los Tigres son muy grandes, tienen un discurso musical muy reivindicativo y un concepto de integridad e integración panamericana que es mucho más poderoso que el que tenemos en Argentina, donde los edificios de Buenos Aires no nos dejan ver al resto de América en el horizonte.
-¿El "vivo y bien" del nombre de la gira vinieron como consecuencia de esa espiral oscura de la que hablabas?
-Sí, de una forma ligera y solemne al mismo tiempo me reconozco un sobreviviente de mi generación. Cuando uno tiene 20 años y va al campo de batalla, la mayoría de los compañeros de batalla vuelven con uno. A los 30 vuelven menos, a los 40 vuelven pocos… Yo tuve que enterrar a muchos de mis compañeros. Pero el "vivo y bien" no es sólo por la memoria que merecen mis amigos ausentes, sino porque quería diferenciar esta gira de lo que se entiende como un tour promocional para presentar un disco.
-¿Será una especie de resumen de carrera?
-Bueno, venir a Estados Unidos por primera vez merecía un análisis en cuanto al repertorio. Armamos la lista de canciones como si fuéramos a tocar a Marte: ¿qué canciones tengo que tocar si voy a Marte? "Sin documentos", "Maradona", "Mi enfermedad"… En Argentina y en España tenemos un público que quiere escuchar las canciones menos habituales, las que no suenan en la radio. Pero en ocasiones donde el público es más masivo, cantaremos aquello que sea bien recibido.
-¿Crees que se perdió la tradición rockera latinoamerica a la que perteneces?
-Yo creo que la energía de los grupos actuales no es la de continuar con las corrientes que podemos haber empezado yo o El Tri o Charly García, sino más bien todo lo contrario: hacer una cosa nueva, independiente. A los grupos que se inspiran en mi forma de cantar, les agradezco mucho pero les digo algo: no creo que sea el modo más interesante y genuino de conseguir las cosas.
-¿Y con las nuevas corrientes cambió la actitud contestataria que tuvo el rock latinoamericano de los ’80?
"Llegué a pensar que la revolución musical de un músico era el silencio"
Andrés Calamaro
-Bueno, creo que como aprendimos con el tango "Cambalache", las radiografías sociopolíticas (a través de las canciones) se renuevan y pareciera que siempre son vigentes. Como dice (el músico argentino Luis Alberto) Spinetta, aunque me fuercen nunca voy a decir que todo tiempo pasado fue mejor. No creo que sea justo con el presente ni con nosotros considerar estos tiempos como muy críticos: hubo pestes, hubo guerras mundiales… ahora simplemente estamos soportando una crisis financiera que puede afectar nuestro estatus burgués, que tenemos bien ganado, pero que en definitiva no es importante.
-¿Y cómo sigues desde aquí, con 50 años cumplidos?
-Siento que estoy empezando una etapa próxima en mi vida. Una revolución musical muy mía, que cuando la mencioné por primera vez no era más que un estado de ánimo. Incluso llegué a pensar que la revolución musical de un músico era el silencio… y sin embargo, al llegar acá me doy cuenta que estoy empezando un nuevo exilio. Quiero proyectarme como un músico global, mirarme a los ojos con la comunidad artística mundial que está en Los Ángeles… que vienen aquí por el clima, por las buenas prótesis dentales y por el porno.
-¿Ayuda la penetración que ha logrado la música latina en Estados Unidos?
-Me parece fantástico lo que está pasando. Hace años me di cuenta de que el estadounidense está aceptando la cultura latina y el español como parte de una vanguardia.
-¿Piensas componer más en inglés?
-Yo hice muchoscovers, grabé mucho en inglés… pero componer, no sé. Me parece que la comunidad artística de brothers va aceptar mi acento argentino igual, cantando lo que sea en inglés.
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