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ESPIRITUALIDAD Y COMUNICACIÓN

EL GRAN ESCÁNDALO

EL GRAN ESCÁNDALO
 
(REFLEXIÓN Y POEMILLA)‏
 
Cuando Jesús habló de escándalo se refería a muchas cosas; y cuando dijo: Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento, (Mateo 9:13) pensaba en otra cosa muy distinta a la que nosotros a veces pensamos o decimos. El escándalo que Jesús quería provocar con su predicación y doctrina, era el de unos cristianos entregados a hacer la voluntad de Dios por encima de todo. Y hemos convertido ese escándalo, deseado por Jesús, en otro mucho más nocivo casi la misma indiferencia.
Fuego vine a echar en la tierra; ¿y qué quiero, si ya se ha encendido? (Lucas 12:49) ¿Y que hacemos nosotros tan inteligentes y tan sobrados de malicia? Solo criticar a los hermanos y maldecirlos en vez de bendecirlos. Y las gentes miran atentamente (aunque no lo parezca) y dicen ¿estos son los que hablan de bien y de concordia, y ni ellos se entienden entre sí? El escándalo está en nuestros pensamientos, y nuestras conductas. Las caídas de la carne tienen por lo menos su razón de ser, porque la atracción siempre es fuerte y aparece como gratificante. Por eso el Señor establecía una diferencia entre las blasfemias o actos carnales, y la debilidad de la que era contra el Espíritu. No juguemos a dos barajas; no es cosa de casuísticas, ni problemáticas, etc., sino algo trascendental y para siempre. 
 ¡Ay del que escandalice! (Marcos 9:42) Dijo Jesús en otro momento. Conociendo el alma humana y la naturaleza perversa del hombre, Él sabía sobradamente que estas cosas que están sucediendo, apostasías, divisiones, negaciones a su voluntad eran inevitables. Es por eso que vio como segura y desesperadamente necesaria su muerte y su resurrección, para así como por la muerte murieran todos, por su resurrección viviéramos también todos los que aceptamos, de corazón, la nueva vida que Él nos ofrece. 
 Siempre estamos todos con el ¡ay! Por los sucesos que no tienen más remedio que suceder y no nos damos cuenta de que, como decía Casio a Bruto: el problema está en nosotros. En lugar de quejarnos tanto por las persecuciones, las burlas y tantas factores y tiempos desfavorables, congratulémonos de tener a Dios por testigo de nuestros esfuerzos, y por hacer con nuestras conductas una verdadera Iglesia de Dios, sin mancha ni arruga, tal como quiere Cristo presentarla a su Padre. (Efesios 5:27)  
 Muchos son los llamados y pocos los escogidos. (Mateo 22:14). Nos fatigamos en contar y recontar cuantos cristianos hay, Competimos unos cristianos con otros en vaciedades, como también David quiso contar a los de Israel, y Dios le castigó porque no se trata de cuantos, sino de cómo son. Pero Satanás se levantó contra Israel, e incitó a David a que hiciese censo de Israel. (1Cronicas 21:1 y concomitantes). 
De la misma manera nosotros nos empeñamos en contar y jactarnos de que somos tantos o cuantos, por que como decía un predicador eso no es crecer; eso es engordar. Son “michelines” para auto complacerse; lo que hay que tener en cuenta es ¿de qué servimos para la extensión del Evangelio? ¿Que ejemplo damos, que obras hacemos, y para quién? Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. (Gálatas 6:8)   
 Todos estamos de acuerdo en que a la Iglesia nadie la derribará, porque está en manos de Dios y no pueden contra ellos los poderes oscuros. Pero todos se empeñan en salvarla, con esta o aquella fórmula humana. Unos con la extremosidad del rito, otros con la ejecución de este de forma poco solemne o irrespetuosa; hay mil etcéteras. Es una vergüenza; reconozcámoslo.   
 Nadie parece darse cuenta, de que en la salvación de la Iglesia nada podemos hacer nosotros, sino permanecer en Cristo totalmente; porque el dijo (y termino): Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. (Juan 15:5) Este es el camino, esta es la gloria cristiana, esta es la seguridad de hacer obras santas, y la certeza de salvación. Lo demás es alimentar nuestros egoísmos y vanidad. Es decir “obras de la carne”, y no mansedumbre fe, y paciencia, como preconizó nuestro bendito Señor Jesús. 
 
 LA UTILIDAD DEL SARMIENTO 
   
 
Solo estando bien pegado 
 
 
A la cepa de la viña,
  
 
El sarmiento da su fruto
En medio de la campiña.

 

Si Jesús no nos da savia

Para que llevemos fruto,

Será estéril toda acción,

Todo ingenio, irresoluto.

 

Así que no te separes

De Cristo, tu salvación,

Porque solo, no haces nada

Y no tendrás redención.

 

A Dios se va por camino

Que es senda determinada

Y nosotros la seguimos,

Con María madre amada.

Rafael Marañón

AMDG

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