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ESPIRITUALIDAD Y COMUNICACIÓN

HAY QUE VOLVER A ENSEÑAR A LOS CRISTIANOS LAS OBRAS DE MISERICORDIAS, DICE EL PAPA Discurso a la Congregación para la Doctrina de la Fe

PAPA

HAY QUE VOLVER A ENSEÑAR A LOS CRISTIANOS LAS OBRAS DE MISERICORDIAS, DICE EL PAPA

Discurso a la Congregación para la Doctrina de la Fe

”La misericordia es el arquitrabe que sostiene la vida de la Iglesia: de hecho la primera verdad de la Iglesia es el amor de Cristo”, dijo el Papa Francisco este viernes 29 de enero.

El Pontífice ha abierto su discurso a los participantes en la asamblea plenaria de la Congregación para la Doctrina de la Fe en audiencia en la Sala Clementina recordando la Misericordia como elemento fundante de la vida de la Iglesia y de los fieles.

En este sentido, instó a redescubrir en este Jubileo las obras de misericordia corporales y espirituales. “Esta atención a las obras de misericordia es importante: no son una devoción. Es la forma concreta en que los cristianos deben aplicar el espíritu de misericordia…Tenemos que volver a enseñar a los fieles que son muy importantes”.

”En la fe y en la caridad se produce una relación cognoscitiva y unificadora con el misterio del Amor, que es Dios mismo. Y sin dejar de ser Dios misterio en sí mismo, la misericordia efectiva de Dios se transformó en Jesús en misericordia afectiva, ya que se hizo hombre para la salvación de la humanidad”.

Por ello, indicó como misión del dicasterio custodiar la fe. “La fe cristiana no sólo es conocimiento para conservar en la memoria, sino verdad que hay que vivir en el amor”.

Por lo tanto, “junto con la doctrina de la fe, también hay que custodiar la integridad de las costumbres sobre todo en los ámbitos más sensibles de la vida. La adhesión de fe a la persona de Cristo implica tanto el acto de la razón como la respuesta moral a su don. En este sentido, os doy las gracias por todo el esfuerzo y la responsabilidad con que tratáis los casos de abuso de menores por parte del clero”.

Asimismo, teniendo en mente las personas descartadas por la sociedad, pidió a las Iglesias particulares de Europa a emprender un ”nuevo empuje misionero y una mayor apertura a la dimensión trascendente de la vida, sin la cual Europa corre el riesgo de perder el espíritu humanista que, no obstante, ama y defiende”.

”Sólo esa raíz, si es reconocida y aceptada con humildad -finalizó el Pontífice- permite que la Iglesia se renueve en cada tiempo…Unidad y pluralidad son el sello de una Iglesia que, movida por el Espíritu, sabe encaminarse con un paso seguro y fiel hacia las metas que el Señor Resucitado le indica en el curso de la historia.Aquí se puede ver cómo la dinámica sinodal, si se entiende correctamente, nace de la comunión y conduce hacia una comunión, cada vez más actuada, profundizada y dilatada, al servicio de la vida y de la misión del Pueblo de Dios”.

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HOMILÍA DEL PAPA EN SANTA MARTA: PECADORES SÍ, CORRUPTOS JAMÁS

El Papa Francisco celebra la Misa matutina en la Capilla de la Casa de Santa Marta

os para que la debilidad que nos induce a pecar jamás se transforme en corrupción. A este tema, tantas veces afrontado, el Papa Francisco dedicó su homilía de la misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta.

Refiriéndose a la historia bíblica de David y Betsabé, el Santo Padre Francisco subrayó que el demonio induce a los corruptos a no sentir, a diferencia de otros pecadores, la necesidad del perdón de Dios.

Se puede pecar de tantas maneras y por todo se puede pedir sinceramente perdón a Dios, sabiendo sin dudar que aquel perdón será obtenido. El problema nace con los corruptos. La cosa pésima de un corrupto – volvió a repetir el Papa Francisco – es que “un corrupto no tiene necesidad de pedir perdón”, porque le basta el poder sobre el que se basa su corrupción.

Dios no me sirve

Es el comportamiento que el rey David adopta cuando se enamora de Betsabé, esposa de un oficial suyo, Urías, que está combatiendo lejos. El Papa recorrió – citando incluso los pasos omitidos de la lectura para mantener su brevedad –la vicisitud narrada por la Biblia. Después de haber seducido a la mujer y de haber sabido que está embarazada, David arquitecta un plan para cubrir el adulterio. Llama del frente a Urías y le ofrece que vaya a su casa a descansar. Urías, hombre leal, no quiere ir a estar con su mujer mientras su hombres mueren en la batalla. Entonces, David lo intenta nuevamente, esta vez haciéndolo embriagar, pero ni siquiera esto funciona:

“Esto puso un poco en dificultad a David, quien se dijo: ‘Pero no, yo puedo lograrlo…’. Y escribió una carta, como hemos oído: ‘Pongan a Urías como capitán, en el frente de la batalla más dura, después déjenlo solo, para que sea herido y muera”. La condena a muerte. Este hombre, fiel – fiel a la ley, fiel a su pueblo, fiel a su rey – lleva consigo la condena a muerte”.

La “seguridad” de la corrupción

“David es santo, pero también pecador”. Cae en la lujuria y sin embargo – consideró Francisco – Dios lo “quería tanto”. Además, el Papa observó que “el grande, el noble David” así se siente seguro – “porque el reino era fuerte” – y después de haber cometido adulterio hace todo lo posible con tal de organizar la cuestión, incluso de manera mentirosa, hasta urdir y ordenar el asesinato de un hombre leal, haciéndolo pasar por una desgracia de guerra:

“Este es un momento en la vida de David que nos hace ver un momento por el cual todos nosotros podemos pasar en nuestra vida: es el paso del pecado a la corrupción. Aquí David inicia, da el primer paso hacia la corrupción. Tiene el poder, tiene la fuerza. Y por esto la corrupción es un pecado más fácil para todos nosotros que tenemos algún poder, ya sea poder eclesiástico, religioso, económico, político… Porque el diablo nos hace sentir seguros: ‘Yo lo logro’”.

“Pecadores sí, corruptos jamás”

La corrupción – de la que después por gracia de Dios David se rescatará – tiene el corazón mellado por aquel “muchacho valeroso” que había afrontado al filisteo con la honda y cinco piedras. El Santo Padre concluyó afirmando que deseaba subrayar sólo esto: “Hay un momento en que el hábito del pecado o un momento en que nuestra situación es tan segura y somos bien vistos y tenemos tanto poder” que el pecado deja “de ser pecado” y se convierte en “corrupción”. Y dijo que una de las peores cosas de la corrupción es que el corrupto no tiene necesidad de pedir perdón:

“Hagamos hoy una oración por la Iglesia, comenzando por nosotros, por el Papa, por los obispos, por los sacerdotes, por los consagrados, por los fieles laicos: ‘Pero, Señor, sálvanos, sálvanos de la corrupción. Pecadores sí, Señor, lo somos todos, ¡pero corruptos jamás!’. Pidamos esta gracia”.

http://www.ideasclaras.org/


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