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ESPIRITUALIDAD Y COMUNICACIÓN

DISCIPLINA Y REVELACIÓN

 

UNA COMPARACION ENTRE LA DISCIPLINA Y LA REVELACION

2 Corintios 3:10; Hebreos 12:11; Efesios 1:17

Comparemos la disciplina del Espíritu con la iluminación o revelación que El mismo trae. La disciplina del Espíritu Santo, por lo general, es un proceso más lento, pues viene poco a poco y de manera progresiva. Puede llevarse años concluir un asunto en nosotros. Por otra parte, la disciplina no viene necesariamente por medio del ministerio de la Palabra. Muchas veces aunque no se haya ministrado la Palabra, de todos modos el Espíritu ejecuta la disciplina. Pero la revelación del Espíritu Santo es diferente. Casi siempre viene en forma rápida y puede durar días o inclusive minutos. Cuando la luz de Dios resplandece sobre un hombre por minutos o aún por días, éste recibe luz y ve que su hombre natural ha llegado a su fin, que es una persona absolutamente inútil y que todos sus antiguos alardes de grandeza ahora lo avergüenzan. Esta revelación la recibe del Espíritu Santo por medio del ministerio de la Palabra. Es por eso que la revelación del Espíritu Santo viene más frecuentemente cuando en la iglesia hay un ministerio de la Palabra sólido y abundante. Pero si no lo hubiera, y en consecuencia, la revelación del Espíritu fuera menor, de todos modos nadie podría permanecer en la presencia del Señor preservando su hombre exterior intacto. La palabra y la revelación pueden ser escasas, pero con todo, la disciplina del Espíritu Santo permanece. Aun cuando un hermano permanezca aislado de los creyentes por años, el Espíritu Santo actúa en él llevando a cabo Su disciplina. El Espíritu logra que en su aislamiento pueda aprender del Señor y tener experiencias espirituales elevadas. Es posible que cuando la iglesia es débil, algunos no reciban el ministerio apropiado de la palabra y otros puedan pensar que han perdido la disciplina del Espíritu por su condición. Esto no significa que la disciplina del Espíritu Santo no esté presente, sino que, aunque el Espíritu Santo los ha disciplinado por años, no ha habido resultados positivos en ellos. El Señor puede golpearlos una o dos veces, o aun por años, sin que ellos comprendan lo que Dios intenta lograr. Su obstinación se asemeja a la de una mula sin entendimiento, pues ignoran por completo la intención de Dios. Es una pena que aunque la disciplina nunca nos falte, no podamos ver que aquello es obra de la mano del Señor.

Muchas veces cuando Dios nos castiga, volvemos nuestra atención a los hombres y nos equivocamos. Nuestra actitud delante del Señor debería ser la del salmista cuando dijo: “Enmudecí, no abrí mi boca, porque tú lo hiciste” (Sal. 39:9). Debemos tener presente que quien nos está disciplinando no es nuestro hermano, nuestra hermana, nuestro amigo, nuestros parientes ni ninguna otra persona, sino el Señor mismo. Debemos ver que el Señor ha estado disciplinándonos y dándonos lecciones por años. Debido a nuestra ignorancia al respecto, culpamos a otros y aun a nuestra suerte. Esto es desconocer la manera en que Dios obra. Debemos recordar que todas las circunstancias son preparadas por Dios para nuestro provecho. Absolutamente todo lo que nos pasa, la frecuencia, la duración y la intensidad de las situaciones que nos rodean, han sido cuidadosamente planeadas por Dios. El dispone todo en Su providencia con el único propósito de quebrantar la parte más dura y la característica más sobresaliente de nuestro hombre natural. Que el Señor nos conceda gracia para que veamos el significado de Su obra en nosotros. Que nos dé luz suficiente para dejarnos en evidencia y humillarnos. Si el Señor quebranta nuestro hombre exterior, no volveremos a expresar nuestro yo, y en su lugar fluirá nuestro espíritu al relacionarnos con otros.

Oramos para que la iglesia pueda conocer a Dios de una manera en la que nunca lo ha conocido. También oramos para que los hijos de Dios reciban bendiciones espirituales sin precedente. El Señor tiene que calibrar nuestro ser hasta que lleguemos a ser personas rectas y equilibradas. No sólo el evangelio debe ser el debido sino también quien lo ministra. No sólo las enseñanzas deben ser correctas sino también los maestros. El asunto crucial radica en que Dios se libera juntamente con nuestro espíritu. Cuando nuestro espíritu se libera de esta manera, podemos llegar a muchos que están en el mundo y que tienen una gran necesidad de este espíritu. Ninguna obra es tan importante y básica como ésta, y nada puede reemplazarla. La atención del Señor no se concentra en nuestra doctrina, nuestra enseñanza ni nuestros mensajes. Lo que a El le interesa es que podamos expresarlo ante los demás. ¿Qué es lo que expresamos? ¿Estamos atrayendo a los demás hacia nosotros mismos o hacia el Señor? ¿Ellos están recibiendo de nosotros nuestras doctrinas o al Señor? Esto es extremadamente serio. Si no le prestamos atención, nuestra obra y nuestro servicio no tendrán ningún valor.

Hermanos, al Señor le interesa más lo que expresamos en nuestra persona que lo que decimos con palabras. Cada vez que hablamos con alguien, expresamos algo. Puede ser nuestro yo o Dios mismo; nuestro hombre exterior o nuestro espíritu. Hermanos, permítanme repetir la pregunta: “¿Qué expresamos delante de los hombres?” Este es un asunto crítico que debemos resolver. Que Dios nos dé Su luz y Su bendición.

“El quebrantamiento del hombre exterior y la liberación del Espiritu. Pags. 99-102

Ningún verdadero siervo del Señor debe permitir que sus pensamientos y emociones actúen independientemente. Cuando su hombre interior requiera liberación, el hombre exterior deberá proporcionarle un canal por el cual el espíritu pueda salir y llegar a otros. Si no hemos aprendido esta lección, nuestra efectividad en la obra del Señor será muy limitada.

“Señor, por el bien de la iglesia, por el avance del evangelio, para que Tu tengas libertad de actuar y para que yo mismo pueda avanzar espiritualmente, me entrego a Ti total e incondicionalmente. Señor, con gusto y humildemente me pongo en Tus manos. Estoy dispuesto a que te expreses libremente por medio de mí”.

Watchman Nee

¡Jesús es el Señor! - Jesus is Lord - Jesus ist der Herr - Yeshua adonai - Gesù è il Signore - Jésus est Seigneur - Ιησους ειναι ο Λορδος - Иисус – Господь - يسوع هو الرب - 稣是主 - 主イエスは - Jesus é o Senhor - Jesus är Herre

Literatura disponible en:

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